Hay veces en las que se me es imposible no sentir aquella soledad y tristeza que se siente en invierno, en las que la noche te cubre con su brisa invernal, y las estrellas te desamparan. Aquellas noches en los que se siente como si el cielo gris no quisiese abandonarte, la nieve quisiera arroparte con su frialdad, las mantas de tu cama estuvieran rogando que te quedases entre ellas, y tu corazón pidiendo por un poco de calor.
Entre aquellas noches oscuras hay dos que prenden una llama en medio del frío, unas noches bastante especiales que se celebra en la cultura colombiana, donde cada siete y ocho de diciembre las estrellas bajan del cielo – la noche de las velitas. Esas noches la frialdad y tristeza se derriten con el calor que brindan las velas de diferentes colores que alumbran las calles y casas de Colombia, donde la oscuridad desaparece con la cálida iluminación que ofrecen las preciosas velas y faroles, la gente sale a compartir su felicidad de celebrar aquellas bellas noches, el cielo se ilumina con fuegos artíficiales, y en cada casa se escucha música diferente.
En cada casa rodeada por aquellas llamas de calor se encuentran familias con diferentes formas de celebrar esta tradición religiosa, donde algunos ponen a volar su imaginación con las decoraciones. Luces navideñas acompañan las pequeñas velitas con sus diferentes colores, dandole aún más vida a la festividad que da inicio a la epoca navideña, y celebra la víspera de la inmaculada concepción. Da inicio a una de las épocas más esperadas por los colombianos, y aunque no este en Colombia, es algo que espero con ansias por todo el año, donde prendo pequeñas velas que transmiten la felicidad y alegría de esta tradición. Memorias que prenden una llama en mi corazón.